domingo, 20 de abril de 2008

NOCHE 18 - LO IMPORTANTE ES OLVIDAR.

Bárbara esa noche efímera, se proclamó en mi lista personal como “La Reina del Ticket Table”. Y por supuesto, me enamoré aún más de ella.

-“Yo sé que te gusto flaco; así que te confieso algo: contigo sí aceptaría un privado. Tú sabes que yo no cojo por dinero; tú has visto cómo he rechazado las propuestas de los clientes. Pero voy a hacer una excepción contigo, porque hasta éste momento tú has hecho cualquier cosa, menos andar pensando en cogerme. Te cobraría $3000. ¿Qué te parece que la próxima vez que vengas lo hagamos?”

-¡Gulp!




Al día siguiente en mi casa, estaba con un sabor de boca amargo, con un ánimo espeso, decepcionado, deprimido, somnoliento; mientras que le daba vueltas una y otra y otra vez a la propuesta de Bárbara... hasta que unos minutos para la medianoche, recibí una inesperada llamada.

Era Alexandra.

Hablaba con la voz entrecortada y aguardientosa. Durante aproximadamente 15 minutos, se deshizo en disculpas, en tratar de explicarme de que nunca supo lo que hizo y que nunca fue su intención haberme tratado así. Comentaba que lo primero que pasó en su cabeza cuándo recobró la conciencia era saber qué había pasado conmigo y cuál había sido mi reacción.

No podía reclamarle nada. Sabía que no había sido ni su culpa ni su intención. A mí sólo me quedaba aclararle que lo ocurrido unas horas atrás, no afectaría en lo absoluto nuestra (particular) relación. Borrón y cuenta nueva.

La llamada terminaba con una curiosa petición: la siguiente ocasión que asistiera a La Tentación, tenía que mandarle a su celular, un mensaje previamente avisándole mi plan, ya que ese día me llevaría un regalo sorpresa.

Una quincena después, conocería de qué se trataba esa sorpresa.

domingo, 13 de abril de 2008

NOCHE 17 - MALDITO SEA TU NOMBRE.

Una semana después de haber estado con Bárbara; El Escándalo se convertió en SCANDALO apostando infructuosamente ser un salón de baile, posteriormente un bar gay para finalmente aspirar ser una versión VIP de su hermano; con algunas de las “Divas” del local contiguo junto a un novísimo staff aunque siempre con la misma decoración y fachada); mientras que La Tentación a partir de ese momento intentó regresar por lo que era suyo…aunque en realidad nunca pudo volver a ser el mismo de antes: poca afluencia aún en días que deberían estar hasta el tope, un ambiente apático, una remodelación que lo hizo aún más impersonal, un local que presentaba pocas novedades, cambio constantes de gerencia, una plantilla que se renovaba pero que no lograba convencer del todo y que además se quejaba abiertamente de que el negocio no funcionaba; con clientes que no se dignaban en pagar copas pero que eso sí, se mostraban mucho más abusivos; mucho ticket table, sí, pero poco sustancial a la hora de hacer las cuentas, capitanes que no daban las condiciones más adecuadas para poder trabajar....

Con sólo dos días de reabierto La Tentación, me sentí totalmente atraído en ir, sin saber que esa noche se desencadenarían dos hechos que trastocarían todo.

No había pasado siquiera 20 minutos cuándo ya YOLANDA, una boletera madura, medio confianzuda y engorrosa que llevaba sólo un par de semanas trabajando ahí junto a otra nueva boletera llamada MARCELA, ésta joven y simpática; ya me andaba saludando y prometiéndome que me traería a Alexandra, la cuál ya había regresado a las andadas, después de recuperarse de su lesión.

Aún pidiéndole que esperara un rato, ya tenía en cuestión de segundos a Alexandra postrada frente a mí... sólo que con un pequeñísimo detalle: estaba completamente alcoholizada. Y las cosas se iban a poner feas.

Alexandra para ese momento estaba consciente, pero a un paso de que se le volara la cabeza después de haber tomado sopetecientas copas. Los síntomas: repetición “ad absurdum” y con dificultad de incoherencias y actitud desinhibida tomando aún más, considerando que ya no tenía nada que perder. Hasta ahí, todavía las cosas se mantenían tranquilas.

Pero, era de esperarse que eso no iba a durar. Así que al rato, ya andaba de agresiva, haciendo desfiguros, realizando presentaciones de proporciones épicas, dejándote solo para irse a otras mesas, y después cuándo se le pegaba la gana, regresaba a la tuya.

(¿Por qué carajos se me ocurre, ante tal panorama, gastar en ella; sí no se puede ni sostener? No sólo la estoy pasando súper mal; sino que hasta estoy siendo regañado por gerentes, compadecido por meseros, bromeado por boleteras y visto por muchas de las chicas burlonamente. Se podría decir que estoy en medio de un maldito predicamento. El ambiente se ha enrarecido. A Alexandra ya se la llevaron los de seguridad a camerinos prácticamente arrastrándola y no creo ya que salga de ahí en lo que resta de la noche. Aunque ciertamente tampoco me quedan muchas ganas de seguir viéndola. Creo que es momento de largarme “right here, right now” no sin antes pedir que me devuelvan mi dinero. Un momento, un momento, ¿de verdad puedo ser tan ingenuo para creer que a alguien aquí le interesará mi desgracia? Además uno de los capitanes acaba de recordarme la regla #10:

- “EN EL MUNDILLO DEL TABLE DANCE, LA CASA NUNCA PIERDE”. A menos de que se sea influyente o se sea más cabrón que bonito; se puede hacer lo que se quiera: ponerse al tú por tú con el capitán del lugar, escenificar un berrinche, montar en cólera aventando vasos y ceniceros por doquier, usar pacíficamente la labia con el gerente o portarse cínico y negarse a pagar. Se puede hacer lo que se crea más conveniente, total es imposible ganarles a los hombres de traje. En todo caso, lo que se puede obtener por andar discutiendo es que te saquen billetes, monedas, celular y reloj a punta de patadas.

Así que sólo puedo resignarme. La casa me ofrece una cerveza de cortesía y me sugiere llamarle a alguien más. ¡Puta, lo que menos quiero en estos momentos es permanecer aquí! Únicamente quiero olvidarme de todo, irme a dormir, no pensar en éste mal rato que estoy atravesando, posiblemente más tarde, darme de topes y... acabo de ver a Bárbara.).

Ahí todo dio un giro inesperado.

NOCHE 16 - ELLA VA A SALIR ÉSTA NOCHE DEJANDO ATRÁS SU VANIDAD. QUIERE GUSTAR Y SER GUSTADA, SENTIRSE DESEADA, BAILAR Y BAILAR.

No había siquiera terminado de subir la escalera que dirigían al antro cuándo lo primero que vi fue irónicamente a una Bárbara radiante ante una audiencia más bien escasa. Los síntomas volvieron: los ojos dilatados, el caminar haciendose torpe, el cuerpo sintiendo un incomodo hormigueo, el corazón bombeando furiosamente sangre. Y todo esto aumentó cuándo ella fácil y rápidamente me identificó y detuvo momentáneamente su presentación para saludarme.

Esa noche, dónde Alexandra estaba ausente ya que días atrás se había lesionado la cadera, producto de una de sus tantos espectaculos incendiarios; me enteré el motivo del por qué Bárbara y parte vital de la plantilla extranjera de La Corbata, habían decidido abandonar dicho lugar.

Resulta que en La Corbata ya se había vuelto práctica común que “La Escoria”, optara por medidas drásticas para obtener copas: sexo oral, fajoteo descarado y promiscuidad rampante. El ambiente se había vuelto virulento. Aunque ninguna estaba obligada a ejecutar algunas de éstas acciones, era insostenible trabajar en un contexto tan repulsivo, además de que no fueron pocas las ocasiones que recibieron propuestas de los clientes para que hicieran lo que el resto.

A Bárbara, se le unieron en la huida tanto Kimmel así como su amiga Sabrina también procedente de Venezuela (de hecho ella fue quien introdujo a Bárbara en éste negocio); con las cuáles, debo de admitir, animaban hasta al más amargado (o sea, no sé si es genético, el clima o lo que comen; pero las venezolanas rifan y gobiernan el pedo); pero eran súper pose. Al momento que escribo esto, Kimmel y Sabrina ya no trabajan más en el mundo del table dance: Kimmel se relacionó sentimentalmente con uno de los meseros de La Corbata, el cuál eventualmente se convertiría en uno de los capitanes del lugar. Viendo la inminente debacle del lugar; ambos se salieron de ahí. Ella no siguió a sus compañeras y se le empezó a ver en clubs exclusivos cómo CADILLAC y GARDEN CLUB mientras su pareja se transformó en una suerte de padrote. La última vez que supe de Kimmel, había abierto su propio negocio; una estética la cuál, ella misma atendía. Sabrina por su parte, conoció a un cliente que la sacó de ahí; aunque por lo que supe en voz de la misma Bárbara, todo era la clásica relación por conveniencia ya que ella no se sentía cómoda con su nuevo ritmo de vida ni satisfecha afectivamente. Curiosamente en esas vueltas que da el mundo y contrario a lo que cualquiera que la ubicó en su faceta de “Diva” pensaría; un día de manera casual me la topé atendiendo un local de teléfonos celulares en Plaza San Cosme.

A El Escándalo, también terminó cayendo la (hasta ese momento) mejor amiga de Bárbara; una señora brasileña llamada FRIDA con la cuál me divertía mucho porque ella tenía un pésimo español y mi portugués es escaso, así que gran parte de nuestras conversaciones se trataban en adivinar y entender lo que decía el otro. Para ese entonces, no pensé que su nombre lo estaría escuchando insistentemente en los meses posteriores…

El punto de ese día fue que Bárbara…perdón, perdón, GABRIELA (el nombre con el que ahora era conocida en el lugar), abusara y me cabuleara a su antojo con respecto a Alexandra, sus celos y mi comportamiento todo nervioso (y eso que no lo llamó patético), cuando las tuve a las dos frente a frente. Su manera de cohibir hasta al más pintado, hizo que sólo me quedara cómo remedio, no decir algo de sus burlas no malintencionadas.

Bárbara aprovechaba también en darme su propia versión de lo que había sucedido en los vestidores de El Escándalo con Alexandra y así descubrí cómo se caracterizaría a la postre su rivalidad: Alexandra haría todo lo posible para provocar, para actuar con mala leche, en sacar ronchas; presumiendo que ella sin duda era la opción que yo elegiría. Bárbara por su parte respondería con seguridad, cinismo e inteligencia, para que sus palabras fueran secas pero contundentes. Ambas aparentaban que lo dicho por la otra no le afectaba en lo absoluto y mantenían una pose retadora. Aunque por supuesto, en el fondo si les calaba lo que oían de la rival.

Pensé entonces, que a partir de ese momento no sería raro enterarse de que una le vació cerveza al vestuario de la otra, o que una le rayó el disco a la otra antes de su presentación o que ambas llegaron a agarrarse a cachetadas guajoloteras y taconazos limpios en el baño.