domingo, 11 de octubre de 2009

NOCHE 22 - LA INSPIRACIÓN ES ENTELEQUIA (SEGUNDA PARTE).

Me encantaba utilizar el Soy director de cine ante una teibolera. Entre tanto burócrata, ejecutivo, abogado, estudiante de carreras más convencionales…y uno que otro narcotraficante; el que conocieran fugazmente a una persona que pertenece a un círculo ignoto, entre lo artístico y lo intelectual, era infalible para atraer su atención sirviendo cómo preludio de una conversación. Con tal introducción adventicia, trastocaba el protocolo con el que tratan a todos los que conocen; había mucho escepticismo representado en la observación “Pero estás muy chavo ¿no?”; pero también mucha curiosidad; sintomáticamente empezaban las preguntas: “¿Qué tipo de películas haces?” o “¿Se estudia para hacerlo?”; ya muy clavadas, interrogaban “¿Cómo se hace un guión?” o “¿Cómo consigues el dinero para hacerlas?”; y claro, como estudié una carrera, consideraban que automáticamente sabía absolutamente TODAS las respuestas y que estaba autorizado para dar opiniones especializadas, por lo que no era raro el “¿Qué piensas de Guillermo del Toro? Es muy talentoso ¿no?” / “Fíjate que mis películas favoritas son Voces Inocentes y Fuera del Cielo...de seguro para ti son unas mamadas, pero a mí me gustaron / ¿Cómo se llama el actor de Casablanca?/ y la reina de las preguntas: “¿Te gustan los documentales? ¿Y por qué no haces un documental acerca de niños de la calle? Es un buen tema y además nadie habla de los niños de la calle. ¿Te imaginas si los políticos en vez de gastar millones en campañas, dieran ese dinero para comida, una cobija…unos zapatos?…pero a nadie les importa los niños de la calle…” (¿Qué demonios les sucede con esa fijación con los niños de la calle, eh?).


Ante esta avalancha de cuestionamientos, solía “bluffear” un poco al respecto: hablaba de festivales internacionales, adoptaba mi fase de crítico exquisito y me regodeaba arbitrariamente en términos como “jump cut”, “widescreen” o “steady cam”, muchas veces sin ni siquiera explicar a ciencia cierta de qué se trataban, para mantener el misterio al asunto; aunque sabiendo mis límites. O sea, no presumía de llevarme de pellizco y nalgada con Gael García Bernal y Diego Luna, por qué además de arrogante, hubiera sonado inverosímil. Es lo bueno de presumir acerca de un tema que dominas, siempre sonará convincente lo que digas y sabrás hasta dónde puedes llegar. Algunas se mostraban atraídas y entusiasmadas (sí, sí, entre la atracción del “personaje” y el entusiasmo de la “persona”). Otras sólo me seguían la corriente: ni pleitesía ni reverencia. Eso sí, lo que sigo sin comprender es por qué cuándo terminaba de pronunciar “director de cine”, todas se aventaban el mismo “Ya sabes, si necesitas una actriz aquí estoy yo”. Y Martell no fue la excepción.