viernes, 21 de marzo de 2008

NOCHE 09 - SOLAMENTE ERA GLAM DE IMITACIÓN.

De acuerdo, me habían quitado La Tentación.

No todo estaba perdido. Era momento de buscar nuevos horizontes, ricos en historias y pródigos en emociones, así como otros destinos accesibles para el bolsillo, resignándome un poco.

El resultado: un fracaso total.

CRAZY BODIES estaba bien aburrido.



TAHITI era súper mamón.



ANTRAX estaba bien mafufo.

Pero las cosas no podían estar tan mal. Yo estaba convencido de eso. Y vaya, hasta eso no estuve tan equivocado. Así que mi salvación, quizá, se encontraba en el “nuevo” local a lado de La Tentación.

La (pequeña) época de EL ESCÁNDALO había comenzado.

Cuál iba a ser mi sorpresa al llegar y enterarme que en realidad El Escándalo era una subsidiaria de La Tentación en plan “pirata”.

Me explico: El Escándalo, se había abierto de emergencia ante el cierre de La Tentación, pero bajo condiciones más que cuestionables. Es más, yo manejo la teoría de que el lugar ya existía en una versión súper secreta, sólo para gente exclusiva, invitados y amigos, porque era mucha casualidad que en tan pocos días, ya estuviera armada toda la infraestructura a la perfección. Por eso no era raro, que afuera del lugar, el cuál parecía que estaba cerrado, sólo hubiera dos pelados, los cuáles sin muchos aspavientos, te invitaban a entrar y si aceptabas te metían rápidamente por lo que era la salida de emergencia. También, si uno era atento podía notar que en la cuenta venía el nombre de un salón de salsa. Y así, surgían ese tipo de detallitos.

No sé. A pesar del aire de clandestinidad; El Escándalo me prendía mil veces más que La Tentación.

La Tentación a pesar de sus dos pistas, dos niveles y una extensa selección de mujeres; nunca dejó de ser un antro que sólo vendía “posh virtual” y uno recibía a cambio un trato impersonal y un ambiente mezquino.

En cambio El Escándalo, en sus escasos meses de vida, me latía por qué era más pequeño, más cómodo, más relajado, más hospitalario. Tenía una pequeña pista que se podía apreciar en su totalidad. El sonido no estaba tan saturado, su iluminación no consistía en neón de varios colores que da la sensación de estar en penumbras y luces estroboscópicas mareantes, sino luces tenues y agradables y uno no sentía esa inistencia de todos sus involucrados de presumir una exquisitez inexistente. Nada como la zona de ticket table para entender el por qué era imposible y hasta absurdo que a uno se le intentará restregar dicha exclusividad: al igual que con su antecesor, la privacidad era sólo una falacia; un grupo de hombres y mujeres en tránsito continuo, parejas pegadas unas con otras expuestas a la mirada de todo aquel que no estuviera dentro de la ficción. Uno, ya involucrado en la misma, debía de decirle adiós a las inhibiciones y volverse parte de un todo; humores, fluidos corporales y perversiones colectivas incluido, con la única diferencia de que si en el primero uno lo hacía sentado en una silla; ahora lo hacía recostado en unos sillones (“¡Ahhhh! ¿Ya de plano? El tipo que se encuentra a mi lado izquierdo, estaba acompañado por sólo una chica y ahora a la mitad de la canción se les ha unido una segunda muchacha, aunque ambas se notan más bien tímidas. Será porque el amigo japonés de éste cliente, sacó un gran fajo de billetes y prácticamente obligó a la segunda a participar en el juego. / ¡Por Dios, es la novena vez en menos de media hora, que veo a la voluptuosa chica extranjera que está hasta el extremo derecho del sillón, llegar con un nuevo cliente! ¿No se cansa? ¿No estará fastidiada? A mí en lo particular ya me dio asco. / ¡Uy, la chica con la que estoy acompañado, ya se dio cuenta de lo distraído que ando; y cómo desea que mi atención regrese a ella, se ha subido al sillón y ha puesto su vagina a la altura de mi rostro!).

También tenía una ventaja: la plantilla estaba conformada prácticamente por las mismas chicas. Así que ahí, tarde o temprano, me iba a topar con Alexandra.

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